Aquellas cuatro paredes nunca le habían resultado tan claustrofóbicas.
Sus brazos le servían como refugio, rodeando con fuerza sus largas piernas cubiertas con unas medias negras, con numerosos agujeros.
A través de unos ojos pálidos, cuyo brillo había dejado de relucir tiempo atrás, veía las numerosas fotografías de enamorados recibiendo un cariño mutuo. Padres, abuelos, desconocidos... Todos ellos capturados de una forma muy detallada para siempre.
Miró a la luz titilar, preguntándose si ella alguna vez sería así, si se sentiría tan feliz como aquellas parejas que habían decorado todos estos años las paredes desnudas de su cuarto.
Ella estaba destinada a ver el amor florecer en cada esquina, clavando flechas en el corazón de todos ellos. O tal vez solo la mayoría.
Un ángel encadenado, se llamaba a sí misma. Obligada a dar amor, pero nunca a sentirlo. Llevando su arco sobre uno de sus hombros, y lanzando flechas a aquellos que andan desprovistos de él.
Pero lo que ella quería es ser como ellos. Poder andar con tranquilidad, sus dedos en contacto con los de otra persona. Simplemente amar.
Clavarse una flecha ella misma, quizá.
Tal vez, llegado el momento, ella lo haría. Y así, finalmente, lograría ser libre. Y feliz.
"And it's been a while but I still feel the same,
Maybe I should let you go..."